Nuestra vida como hombres no sólo está
orientada hacia la realización de objetivos y metas terrenas, finitas. Hay en
nuestro yo profundo, dinamismos que nos impulsan en una dirección que,
asumiendo nuestro que hacer en el mundo, lo reorientan y lo abren a un
horizonte infinito, y nos llevan a responder, respetando siempre la propia
libertad, al llamado que Dios Amor nos hace: "Dios creó al hombre por
sobreabundancia de amor, para que se relacionase familiarmente con Él, se
comunicase y asociase a otros seres humanos y cumpliese con ser Señor de cuanto
ha sido creado, dándole así gloria y alabanza al Creador. Ese fue el Plan de
Dios" (Misión y fraternidad, Apéndice 1).
Resulta bien conocida, por nuestro
estudio y reflexión, así como por la propia experiencia personal, la realidad
del pecado original y las consecuentes rupturas que ha quebrado el interior del
hombre y su proyección. Sin embargo, aunque por el mal uso de la libertad
humana se frustró -al menos momentáneamente- el Designio Divino, sabemos que al
final, "el Plan de Yahvé subsiste para siempre, los proyectos de su
corazón por todas las edades" (Sal 33(32), 11).
Así por el gran Amor de Dios, en el Señor
Jesús hemos sido reconciliados, posibilitados para responder por entero a
nuestra vocación. Él manifiesta plenamente al hombre al propio hombre (Gaudium
et Spes, 22), y nos hace ingresar al horizonte de la gracia. "El Cristo
reconciliador viene a ser el núcleo del proyecto misterioso de Dios Amor de
llevar la historia humana a su plenitud" (Por los caminos de Dios, 26), de
modo "que todo tenga a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y lo
que esta en la tierra" (Ef 1, 10).
Dios que te ha creado tiene un proyecto para ti. Tú vida
tiene sentido.
Dios nos ha creado por
amor gratuito de su providencia, y en su infinito amor desea que todos y cada
uno de los seres humanos vivamos eternamente junto a Él. Nuestro Dios es un
Dios que gratuitamente nos comparte su existencia y de la nada nos ha creado
con la finalidad de que gocemos de su Amor eternamente (CEC 356). Es una oferta
de vida y felicidad en plenitud (Jn 10,10).
Pero su amor por nosotros
no sólo se muestra en darnos la vida, sino ante todo en la Nueva Vida
(redención), haciéndonos criaturas nuevas por los méritos de Jesucristo, su
Hijo amado (Ef 2,5). Dios es amor; y nos ha manifestado el amor que nos tiene
enviando al mundo a su Hijo único, para que vivamos por él (1 Jn 4, 8-9). Se trata
de un amor que es eterno, “con amor
eterno te he amado” (Jr 31,1). Es mas, “Dios
mismo es una eterna comunicación de amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y nos
ha destinado a participar de Él” (CEC 221). Y es de este amor de donde deriva
el origen, el fundamento, el horizonte y el sentido de nuestra vida.
El Reino de Dios, inaugurado por
Jesucristo, es la vida de Dios entre nosotros, es realizar su proyecto eterno
de salvación en todos y cada uno de los hombres y mujeres. Es vivir según su
querer. No es un mundo mejor, sino un mundo nuevo: un nuevo modo de amor
universal, una nueva forma de convivencia fraterna, una palabra y un testimonio
henchidos de salvación y de esperanza, un conjunto de ritos transparentes y
expresivos de una vida en plenitud.
Vivimos en una sociedad cada vez más
compleja y tendemos a devenir también personas frágiles con una identidad
débil, una moral frágil lo mismo que la vida cristiana y humana tiene también a
ser frágil. Corremos también el riesgo de caer en la rutina de la 2 crisis de
desmotivación, de abandono, el riesgo de remitir a mañana nuestra situación
vocacional. De remitir en causa nuestra llamada. Existe hoy una falta de
Interioridad, de testimonio de vida espiritual y familiar. La falta de seriedad
en los movimientos. Los jóvenes entran y salen en los grupos de asociación con
facilidad. Falta tiempo para detenerse en la vida, la superficialidad toma su
lugar en nuestras relaciones con nosotros e incluso con Dios y los demás. Somos
frágiles en nuestra manera de ser y de vivir nuestra vida cristiana. La
sociedad nos presenta un mercado rápido, a buen precio, puedes tomar o dejar ….
Hoy se observa en los jóvenes la falta de seriedad en la fidelidad a sus
compromisos o un excesivo compromiso por realizar, se pasa de un movimiento a
otro o de una secta a otra. Los week-end, la influencia de los medios de
comunicación, el mundo virtual, la discontinuidad en la frecuencia de los
sacramentos, la pertenencia es relativa, el egoísmo sobre sí es enorme, la
búsqueda del placer, el libertinaje, las malas compañías o las buenas, lejos
del mundo adulto Algunos 3 areópagos que muestran la creatividad de los
jóvenes. La conciencia individual se toma como un profundo sentido de
desilusiones. Se busca llenar este vacío a veces de una u otra manera. El
Problema para gestionar su tiempo personal. La dificultad de proyectarse en el
futuro, la relación es precaria entre el estudio y el trabajo, entre el éxito y
el reconocimiento social, l’a inestabilidad, la incertidumbre. Se llega a sucumbir
fácilmente o a ver la prioridad. Todo eso termina por crear un vacío y hace
débil nuestra vida cristiana. Puntos positivos: la sed de Dios, la búsqueda de
la verdad, el deseo de poner a prueba sus cualidades, la capacidad de
conversión, la petición de la fe , la búsqueda del sentido sagrado, del sentido
de la vida, participación activa en los movimientos. Ser joven hoy no es fácil
pero es evidente encontrarse frente a ejes que afectan y determinan la
existencia. Se observa la sed de felicidad siempre presente en los corazones. 4
Todos estos desafíos nos colocan ante una realidad compleja que hay que
resolver, de aquí la importancia y la necesidad de orientar su vida para
encontrar un sentido.




